Matilda

Matilda, caminas por las calles
con ese desparpajo que derrama sensualidad;
incitando al aire que llega a mi aire
al derroche de inmoralidad.
¿Por que?,
Eres una niña en cuerpo de mujer
sonries sin sospechar mi riña
conmigo mismo, por dejarse poseer.
¿El cómo?,
No lo sé.
Y dudo al verte palidecer...
Es Don Justo que viene por la calle mirandote crecer...
Papá- lo llamas.
¿Es que hoy no me vas a besar?-
tu inocencia me da ternura
y al mismo tiempo, me quita la tranquilidad.
Don Justo, te da un beso en la mejilla
con cierto dejo de frialdad
y tu, pequeña niña,
dejas la lágrima brotar.
Escondida, en tu interior,
en tu infantil corazón.
Matilda, ¡Ay Matilda!,
si fuera mío tu andar
Don Justo lo sabe
y te cuida el caminar.
Pero que puedo hacer, Matilda
sino verte de lejos y suspirar
rogar por mi alma perdida
en las sombras de tu andar...
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La inspiración de mi propia sombra...